Abandonamos con algo de pesar la ciudad de Puerto Viejo. Era un día soleado y la despedida con tanta gente linda nos llevó algo más que las horas de la mañana. Finalmente con todo organizado, ajustado y chequeado todos los niveles, salimos de la pequeña ciudad tomando por la carretera principal que conduce hasta la ciudad de Limón, la primera ciudad comercial importante de la zona y la más desarrollada del Caribe tico. Unas cuantas horas de la tarde nos demandó este bello trayecto de carretera, cargados de la energía del mar y la fuerza de las olas que siempre estaban presentes sobrevolando en el aire espeso que nos llegaba en forma de brisa, el aliento del mar...
Una vez franqueado este primer tramo de carretera apareció Limón y su periferia, lo que fue para nosotros un gran contraste de energía; la gran babilonia del Caribe se extendía y avanzaba sobre el mar, inundando y agotando todos los espacios con sus vulgares tentáculos. Decenas de barcos surcaban las aguas por estas horas, algún avión rayó el cielo y el tráfico nos detuvo cuando se agolpó en las calles al son de los semáforos. Esto no era casualidad, ésta ciudad entre otras cosas, funciona como un puerto marítimo internacional y todo gira en torno a estas actividades comerciales, lo que además le devuelve a la ciudad la mala fama de ser una "ciudad peligrosa".
Después de atravesar media ciudad al compás del tráfico, enfilamos hacia el oeste en dirección hacia las montañas. Ya habíamos perdido la ciudad en los espejos retrovisores cuando el camino comenzó a subir abruptamente: era la cordillera central que otra vez se interponía en nuestro camino. La carretera era agradable y serpenteaba abriéndose paso en medio de un bosque verde nuboso. Intensas y estáticas las nubes se aplastaban contra la carretera armando una barricada que no lograba impedir el paso firme del nautilus. En los bordes de la carretera, las nubes se desgarraban atrapadas entre las infinitas ramas de los árboles largando el dulce agua elemental que todo lo baña, multiplicando millones de formas de vida ocultas a nuestros ojos.
Pronto la noche se había acelerado ayudada por tanta nube y el camino se volvía borroso cuando las luces de los vehículos que circulaban en dirección contraria, estallaban en nuestros parabrisas mojados como infinitos ramilletes de pequeñas lentejuelas doradas.
En medio de tanta noche repentina un faro amarillo y solitario disparaba fotones contra la neblina y esto se veía como una delgada capa amarillenta que chorreaba desde el foco de la luz. Dudamos un poco de esta aparición en la oscura noche ya que no se veía ciudad alguna, cuando de repente la ruta fue engullida por un largo túnel que atravesaba lo que quedaba de la montaña. Después de haber sido digeridos por el túnel, fuimos escupidos a un oscuro tobogán descendente que nos ceñía a paso agigantado hacia la gran capital. En una de las interminables curvas de la carretera, vimos un manto de lucecitas que se desarrollaba muy por debajo y todavía algo lejos. San José, Heredia, Alajuela, Escazú, y decenas de poblados y pequeñas ciudades se esparcían por todo el valle. Avanzados como estábamos en el plan del camino, fuimos detenidos por los fantasmas nocturnos de las grandes ciudades, debiendo buscar refugio en la primera estación de gasolina al borde de la ruta para pasar la noche. Por la mañana decidimos llamar a Sebastián, un amigo que se acercó a nosotros a través de la página y nos invitó a pasar por su casa. El hombre estaba en Heredia que dista unos 15 km de San José, y que aún a pesar de estar tan cerca de la ciudad capital conserva cierto aire de pueblo chico.
Nos desviamos de la ruta principal y descendimos por una angosta ruta bordeada de casas, con jardines cuidados y mucho verde. Ya en el centro de Heredia nos encontramos con Sebastián quien nos guió hasta su casa. Resultó ser que nuestra visita coincidía con el cumpleaños de nuestro anfitrión, así que ese mismo día nos integramos a la familia donde Esmeralda y los dos pequeños Violeta y Ernesto cerraban el círculo familiar al son del "feliz cumpleaños". Sebastián oriundo de Montevideo Uruguay llevaba más de 8 años viviendo en Costa Rica, y nos contaba que cuando pibe (19 años) se había venido a estas tierras para surfear y años después lo encontraba formando una hermosa familia. Tres días vivimos en familia donde lo habitual era charlr hasta tarde, enmarcados por la nostalgia rioplatense que nos llegaba en forma de murga, la gran afición de Seba. También fue ocasión de terminar con las etapas de reparaciones del nautilus en el tren delantero, cambiando el perno y buje central lo que le devolvió la estabilidad necesaria al andar.
Después de habernos despedidos de nuestra nueva familia y ya en condiciones de continuar, decidimos hacer un plan de visitar dos volcanes antes de finalizar en el pacífico norte para despedirnos de este bello país. La idea que más nos tentaba después de consultar el mapa era visitar el volcán Poas, seguir una carretera que rodea el valle por el norte hasta salir hacia el volcán Arenal.
Lo que sucedió a continuación fue una larga lluvia que azotó todo el valle y casi no nos permitía distinguir el camino. Después de subir por espacio de hora y media por una carretera que a menudo tenia señales indicando al volcán Poas, nos debimos detener por mas referencias. Allí un amable verdulero nos indicó que el camino que nos habíamos propuesto era inviable y que el viaje estaba perdido. Resultó que la carretera que queríamos tomar había sido destruida por último terremoto de la zona, terremoto que había acabado con gran parte de un pueblo y unas decenas de vidas. Interrumpido el camino debimos improvisar un plan devolviéndonos hasta Alajuela donde nos perdimos largo tiempo tratando de ubicar la carretera 1, la vía interamericana. Una vez alcanzada la carretera, seguimos en dirección hacia Nicaragua y llegando a San Ramón nos desviamos hacia Fortuna del Arenal. Entre la lluvia que no cesaba, la noche que se precipitaba y el camino retorcido de montaña, decidimos buscar un sitio para dormir.
Con los últimos minutos del día logramos ver un espacio plano y verde detrás de un complejo de restaurante y caseta de información de turismo. Pedimos permiso para parquear e hicimos noche con una lluvia constante. Por la mañana el sol estaba a pleno y una vez desayunados reemprendimos el camino hacia Fortuna. Media hora después de andar por aquella ruta aparecía el famoso volcán, uno de los pocos volcanes activos de la región. Su corona arrojaba un humo blanco que a veces se confundía con las nubes. Poco tiempo después llegábamos a Fortuna, donde la imposibilidad de conseguir un lugar para vender nos obligó a trabajar casi dentro del nautilus, modalidad que por suerte funcionó.
Estuvimos tres días en la zona del Arenal, visitando el lago y las diferentes vistas del volcán e incluso la última noche dormimos en un puente de ruta donde pudimos ver como caían escupidas las rocas encendidas de un rojo incandescentes, los pequeños vestigios del magma. Sorprendidos por el poder que abriga la tierra, abandonamos la región apuntando hacia el pacifico norte. Después de medio día de andar llegaríamos a Avellanas, una bella playa a pocos kilómetros de Tamarindo donde nos encontramos con nuestros amigos Lu y Silver y el pequeño Bambú de apenas 2 meses de edad. Finalmente y luego de convivir en familia durante una larga semana, cargada de emotivos atardeceres, enfilamos hacia Nicaragua para realizar la salida del Nautilus ya que el permiso estaba a punto de vencer.
Por entonces y ya en la línea decidimos insistir una vez más cuestionando la norma que nos obligaba a abandonar el país solo por la camioneta, y de suerte que los funcionarios de aduanas actuaron muy amablemente y después de revisar reglamentos y consultar el sistema nos extendieron una continuación del permiso del nautilus hasta igualarlo con nuestra visa de turismo. Felices por la novedad retornamos hacia Avellanas por un corto tiempo mas, donde nuestro amigos a contarles la novedad antes de encarar nuevos destinos aun misteriosos para nosotros en este bello país... Un abrazo y hasta la próxima. pvdyn.
lunes, junio 22, 2009
tierra de volcanes...
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dieGO!
a la/s
12:28 p. m.
Etiquetas: diario
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